tiempo estimado de lectura : 2
03 Jun
03Jun

Por sobre todos los problemas que he tenido a lo largo de mi vida, creo que la inconsistencia es uno de los que más me aquejan, especialmente en estos tiempos de pandemia. ¿Seré el único, dioh meoh?


No hice más que empezar a escribir esta entrada y ya me estaba dando paja terminarla. Tengo un problema de inconsistencia grave. De esos que te ponen ansioso por conseguir algo y cuando o consigues ya no te interesa.

Como cuando en Scrubs JD estaba enamorado de Elliot y la perseguía y perseguía, pero cuando lograba estar con ella sentía que ya no la amaba.

Dicen que es más importante el viaje que el destino, ¿no?

Quizás por eso me embarco una y otra y otra y otra vez en diferentes fantasías inverosímiles de emprender con nuevos proyectos. Proyectos que, de primeras, suenan bien. Suenan realizables y factibles. Y sueño despierto con las repercusiones que podría tener ese proyecto. La fama. La fortuna. Un cambio para bien en el mundo, en mi vida y de quienes me rodean. Planifico. Me anticipo. Como un experimentado jugador de ajedrez calculo minuciosamente cada posible jugada del destino en mi contra y cómo sortearla. 

Entonces debo empezar. Y las palabras no salen. Y el dibujo no sale. Y las ideas se me acumulan en la puerta de entrada de mi cabeza y se van mezclando con ideas nuevas que nacen ante la necesidad de estar emprendiendo nuevas aventuras, pasando sobre los cadáveres medio podridos de ideas a medio desarrollar, a medio pensar en los cimientos de mi cabeza. 

Entonces, ¿Cuál es el fin? 

No lo sé. Si soy sincero ni siquiera sé porqué estoy escribiendo esto. Una vez más, quizás para no sentir que boté la plata al hacerme un sitio web que nadie visita. O porque en algún momento se me ocurrió que sería buena idea escribir sobre esto y si no lo hacía ahora no lo iba a hacer. 

En un principio las ideas novedosas son eso: ideas novedosas. Que podrían ser grandes proyectos. Pero se quedan en eso. En ideas novedosas. Mi esposa ya me lo dijo hace un par de días. Tengo ideas buenas, pero nunca las desarrollo. 

O empiezo a desarrollarlas y ya paso a la siguiente y me olvido de esa.

Empiezo con toda la energía posible. Vomito todo lo que se me ocurro (como ahora) y de un momento a otro... "lol, pasemos a lo siguiente porque no se me ocurre como seguir" (como en unas palabras más).

Y así, después de escribir esta entrada, seguramente vuelvan a pasar meses antes de volver a tener una nueva. No por falta de ideas, sino por falta de constancia.

Una de las pocas cosas con las que he sido consistente en mi vida son con ir al psicólogo (ya voy a cumplir 2 años yendo y algo he mejorado), mi relación (en este último tiempo, después de mandarme varios cagazos), tratar de ser gracioso (énfasis en el tratar) y abandonar proyectos por flojera.


Quizás el destino no es lo importante y la verdadera constancia son los amigos que hicimos en el camino.